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Bombón

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Uno de los grandes misterios de nosotros, los poetas, es «¿por qué escribimos poesía?».

La verdad, no creí algún día escribirla; es más, a veces no tengo ganas de hacerlo, no siento motivación; pero ese maldito flashback amoroso se me viene a la cabeza y, simplemente, no pude creerlo que, para conocerme mejor, tenía que pasar por un campo minado llamado dolor.

De pronto, no pensé que una decepción amorosa pudiese causarme un crimen pasional como el miedo en ira, la ira en odio y el odio en violencia. Algo no está bien decía, ¿qué me falta por descubrir?

Descubrí que, escribiendo, el amor trasciende el tiempo. Es un sentimiento; algo más profundo y que no nacemos con ello, simplemente se aprende con el tiempo. No es una emoción: la emoción pasajera, surge de manera abrupta; es una experiencia individual e influye mucho en la propia.

Escribo poesía en momentos de largos silencios incómodos, donde yo mismo entrego mis ideas, mis locuras, mis delirios, mis nostalgias, tétricos momentos de viejos recuerdos se desplazan sobre un papel viejo y arrugado.

Quizá mi verdadera esencia de ser un romántico empedernido, simplemente sea esto: escribir poesía para dar placer a los ojos de los receptores, para sentir un bienestar emocional, para tener paz conmigo mismo, para liberarme, para gozar y para perdonar y… ¿Y tú por qué escribes poesía?

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Descripción

Maxwell Frost

Nació en la ciudad de la eterna prima vera. Trabaja en la Policía Nacional del Perú y, actualmente, cursa la carrera de Psicología en la Universidad Científica del Sur.

Debido a una mala experiencia amorosa durante su juventud, se vio motivado e inspirado a escribir poesía erótica/romántica.

«Soy un poeta empedernido, amante de la lectura, fan del erotismo, adicto al fitness y con un libro puedo replicas omega ser más que feliz», afirma el escritor.