Availability: En Stock

Te irá mejor

S/. 99.00

Cada vez que pienso en ti y te veo crecer, reconozco con humilde regocijo que eres una bendición fascinante que me dio Dios. Cuánta dicha y cuánta emoción siento por ello. Vida mía, deseo que logres éxitos en todos los aspectos de tu vida personal y que conquistes el mundo con diligencia y precaución. Deseo que seas muy feliz con lo que hagas.

Mi niña, en el tiempo que te escribo estas palabras, me aborda la duda y la inquietud por lo que pueda acontecerte cuando llegue el momento en que sientas iniciar una relación de pareja, porque en las sociedades de hoy en día hay mucho desconcierto sobre el tema: a veces se torna lúgubre y peligroso por cuánto se evidencia. Vida mía, cuánto quisiera dibujar un paraíso para que vivas ahí con tu pareja y sean felices para siempre. Cuánto quisiera quitar las espinas de las rosas que quieras para ti y limpiar de tu camino todas las piedras que pudieran hacerte tropezar. Cuánto quisiera estar delante de ti ante algún peligro y que me hieran antes que a ti.

Mi niña, aun sobre todo lo que yo pueda desear, es necesario que vivas en esta tierra con sus bienes y sus males, que pruebes de la miel y de la hiel, que enfrentes retos y aflicciones. Vida mía, algún día ya no estaré aquí, o quizás mi lucidez no sea la misma, pero antes de que pase eso he decidido hacer una pausa en mi vida, junto con todos los aspectos que la conciernen, para escribir un libro, con el que te irá mejor. Esa es mi promesa. Sé que su contenido ha de servirte. Por favor, léelo y medítalo, a pesar de que no creas necesario hacerlo. Fuiste mi mayor inspiración para empezar y terminar de escribirlo.

Mi niña, que tus piececitos no tropiecen por necedad, ocio, descuido, soberbia ni atrevimientos. Es mi calma si pudieras alcanzar cierto grado de inteligencia y madurez para que tomes decisiones más acertadas en el momento que sientas emprender y afrontar tu relación de pareja.

Vida mía, presiento que algún día me desobedecerás y quizás discutiremos. Por favor, no te vayas tan lejos ese día, aunque me enoje mucho contigo, porque a pesar de todo te juro que querré abrazarte con todas mis fuerzas, y estaré esperándote para comprenderte y empezar de nuevo.

Mi niña, es necesario que orientes tu senda y avizores tu morada hacia la casa de Nuestro Padre Celestial. Recuerda que nunca estás sola: Dios, Jesucristo y tus padres siempre hemos estado, estamos y estaremos para ti.

Con amor, tu papá.