«Vivir el momento, abrazar todos los infierernos, pensar en que puedes sentir afecto por cualquier persona, sobre todo por los que calculan el engaño como su mejor arte». Billy Bin sabe que su madre se cae a pedazos, sabe que tal vez está enferma por él, por su hermano, por las obsesiones destructivas que arrastran a ambos. Le acechan los viejos y nuevos amores, esas mujeres a las que adoró y desea más que a él mismo. Esas mujeres no lo desnudan del todo. Pero su madre detecta cada una de sus máscaras, siempre es devorado por ella, por sus palabras. Piwi Bin, su hermano mayor, fue atravesado por el desprecio constante, sin embargo, sabe amar a quien desea hundirse en sus ojos, en sus caprichos y estupideces. Su vida se resume en una tranquilidad caótica, una mañana puede reír con un tracante y a las pocas horas planear en cómo desea alejarse más y más de su familia. El padre y la hija menor completan esta manada, él es un hombre distraído, vive en casa y es como si fuera una sombra que no desea esconderse, pero tampoco ser visto, a pesar que hubo épocas distintas. Y ella es una niña prácticamente invisible, pero que aparece por instantes, como un fantasma que sufre, y eso moldea su fortaleza.
Este libro ingresará a tu mente sin censura, y permanecerá ahí el tiempo que se lo permitas, quizás no debería desparecer tan pronto.