Descripción
Coleccionista de saudades de Carlos Piccone es un libro bello y extraño. Para empezar, porque en nuestra lengua la saudade no tiene equivalente y eso le permite al autor aproximarse desde todos los alrededores posibles: quimeras, ausencias, nostalgias o quebrantos. En segundo lugar, porque tras un formato volandero que recuerda los Carnets de Albert Camus, Carlos Piccone pasa del monólogo al poema en prosa y de ahí al microensayo en un spleen que la mayoría de las veces quiere ser filosófico cuando en realidad es sentimental. Y, por último, porque la voz narrativa juega con varios registros con la finalidad de crear una sensación de ambigua perplejidad en los lectores, pues uno ignora si estamos ante alguien que habla con una interlocutora digital, con un amor místico al estilo de santa Teresa o con una voz interior como la que buscó Immanuel Kant en sus Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime.
Dice Carlos Piccone que las heridas de la infancia nos marcan para siempre porque «la arcilla de la cual Dios formó al hombre, según el Génesis, está aún fresca cuando uno es niño» y me basta esta hermosa imagen para ilustrar cómo Carlos Piccone —el verdadero Coleccionista de saudades— nos permite descubrir un dolor del alma que no tiene nombre en nuestra lengua.
Fernando Iwasaki Cauti