Cierto día al pasar delante del frontis de un hotel, el arquitecto Fernando Barrón, observa como su pareja se besa con un sujeto, mientras ambos caminan hacia la puerta de entrada de aquel hospedaje. La escena lo golpea tan fuerte que no atina a hacer nada. Sabe que por la noche no podrá ir al departamento que comparte con su pareja, porque se siente demasiado avergonzado. Debido a las circunstancias se hospeda en un hotel, y llama por teléfono a la infiel. Le dice que el gobierno lo ha contratado para diseñar un puente. Es urgente por eso tuve que viajar de improviso, le dice él, y ella le cree. Al día siguiente acude donde su psiquiatra. Desea que el terapeuta le recete alguna pastilla que calme sus emociones. Sin embargo el psiquiatra prefiere enviarlo donde el doctor Samuel Alton. Es un neurólogo que cura los males emocionales usando ayahuasca. Es muy bueno, le dice el terapeuta y lo convence. Es ahí en medio en medio de los viajes hacia una realidad distinta a través de la ayahuasca, que conoce y se enamora de alma, una paciente al igual que él. En medio del delirio amoroso que los envuelve, ambos deciden ir a un centro turístico al borde de un hermoso lago. Un día mientras alma sale a caminar por los alrededores, Fernando descubre en la computadora, un archivo que guarda una especie de diario. Las rarezas que alma revela en sus escritos lo desconciertan. En sus notas habla como si viniera de otra existencia, y revela ciertos datos. Al principio Fernando desea pensar que alma está escribiendo una novela, pero luego descubre cosas de ella que lo hacen dudar. Jamás se ha obsesionado tanto con una mujer, sin embargo no sabe si lo que ha leído en el diario es verdad, y eso lo perturba.